viernes, 4 de marzo de 2011

Soldaditos de papel. De fumar.


Pequeños, ligeros, tan delicados o incluso más, que propias sus protestas y argumentos (¿pseudo-políticos, personales  o, en un tono ya mezquino, pseudo-“estoy aquí y nadie me hace caso”?).

¿Por qué la gente más fea, rancia y que nada tiene que aportar a la inteligencia de una sociedad plural deseosa de progresar, siempre, SIEMPRE, proviene del mismo lugar? Sí, ya saben, ese lugar, ese origen familiar ultra-protector (eso es; falsamente liberal), que todo lo da, que todo prepara y que, evidentemente, todo allana y arregla en la vida de sus retoños.

¿Creen ustedes que un César Vidal, un De Prada o el mismísimo Ussía, por el simple hecho de saber manejar el Google, de creer en Dios o por haber pasado unos meses en la mili, pueden por tan solo un instante pensar que se merecen estar donde están? Bueno, sí… eso lo piensan. Con creces. Pero en realidad, todos sabemos que no. Lo hacen por su estatus socio-económico. No por ganancia propia. ¡No por merecerlo!

Imaginen a un sudoroso y rechoncho De Prada, sus gafa-pastosas lentes de listillo, reposando sobre su nasal tabique (¿cuántas collejas habrá recibido a lo largo de su educación primaria? ¿Y secundaria?) dando la razón al profe-cura-de-turno. Sonriendo, infeliz de él, viviendo su único (y penoso) momento de gloria que, a la postre, ni tan siquiera al propio educador interesa.

Imaginen a gentes sin talento, pobres en espíritu y… delgados, ¡qué digo!, anoréxicos del coraje, ínfimos pensadores, enormes hacedores de bravura y hombría de la que tanto gustan relamerse mientras mastican cochinillo y beben vino de ricos -¡de los de corcho!- pensando sinceramente que las gentes desean seguirles… una simple tesis, a lo sumo una mísero pensamiento que, con toda evidencia jamás provocarán, puesto que es inexistente.

Esto es, brillantes pero pobres pensamientos para grandísimos cobardes (por no decir traidores, pues medidas altamente contempladas y estudiadas, dicen que ambas características van a menudo de la mano).

Y… sí. Aunque ellos piensen que cuanto más se diga algo, antes se hará realidad, hay gente que sabe que, cuanto más grita uno, menos demuestra poseer verdades. Información, puede. Pero de ahí a tranquilizar, amigos y amigas mías, hay un trecho.

Salud.