jueves, 21 de octubre de 2010

Los sentados (Old Post 2009)

Rimbaud, uno de los seis poetas malditos, pasó a la historia como uno de los autores que marcaron de manera contundente el movimiento simbolista, y es mi poeta favorito. Solemos usar bellas y elocuentes palabras para describir sus escritos, pero a la postre, ese joven de Charleville -pequeña ciudad francesa donde nunca pasaba nada- se presentó ante la sociedad como un gamberro irritante, un tipo grotesco e insolente. Pero genial. Aunque lo importante reside en el propio hecho de ser genial, para que de ese modo la parte mala de tu personalidad no destiña demasiado en tu vida. Ni en los libros de historia que te recordarán para la posteridad... Bien, voy a lo que iba, que me pierdo: cojamos ahora como ejemplo a esos señores que escriben con tanta facilidad sus (peligrosas) opiniones en periódicos como el ABC, El Mundo, La Razón o, por supuesto, La Gaceta (no sé si llamar a éste último periódico, para mi es como comparar una cucaracha con una rosa del desierto). Estos señores (Ussía mofándose de las críticas acerca de los ridículos 12.000 euros de los trajes regalados a Camps –olvida rápido el señor Ussía que muchos españoles no ganan eso en un año– Losantos soltando lo de “Al-Qaeda no necesita en España un partido capitulacionista, antiamericano y antioccidental porque ya existe: la Izquierda del No a la guerra” o Vidal en su momento más ingenioso: “Valencia y Baleares serán para los nacionalistas catalanes lo mismo que para el nacionalista Adolf Hitler eran Austria y Checoslovaquia”, y me paro aquí porque lo mismo están ustedes comiendo y podría cortarles la digestión.)  todos muy cultos y grandes oradores, pero que jamás tendrán la más mínima nota de genialidad. Es imposible, pues su propio ser desprende una fuerza, una especie de aura contraria a cualquier forma de talento.

Saben escribir pero desconocen el sentido y la belleza de la palabra. Han aprobado con matricula sus estudios, pero suspenden diariamente en clase de sentido común. Creen que el ataque es la mejor defensa, pero olvidan que la pelea que se gana es la que se puede evitar. Si le añadimos al tema que siempre están furiosos y a la defensiva, encarados con la propia naturaleza del hombre, que sus orondos y rojizos rostros transpiran una continua agresividad, la cosa no mejora mucho. Como decía Aristóteles: “Cualquiera puede ponerse furioso. Eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, eso, no es fácil.” La conclusión es que estos señores nacieron enfadados contra el mundo (es fácil imaginarse que contra ellos mismos también), pues sufren una penosa enfermedad llamada tremendis cabreus, agravada por un síntoma de amargurus horribilis... y claro, eso no es bueno. Así que para aliviar tanto sufrimiento, se dedican a verter basura sobre los individuos que solo desean –y a veces solo sueñan con– ser libres, vengándose sistemáticamente antes de ser víctimas, como para paliar consecuencias que nunca existirán, un poco como cuando Aznar apoya bombardear y matar a miles de personas en Irak “por si acaso” (es lo que tienen los “ataques preventivos”). No obstante, espero que un día se den cuenta estos señores de que en muchas ocasiones no consiguen hacer daño. Ya no. El tiempo ha pasado (aunque añoren otra época y les joda) y gracias a los esfuerzos de muchos, hoy ya no caben escondites ni máscaras, pues todo acaba por saberse. La verdad llega tarde o temprano, como una apisonadora; lenta, pero contundente. Hasta entonces, señores, permanezcan sentados.

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