jueves, 2 de diciembre de 2010

Y es que no lo entiendo...

Ayer leía en las páginas de El Mundo otra de esas historias que sirven más para hacerle perder el tiempo al prójimo, que a realmente ser consecuencia del fin que tanto aburrido y aburrida cree demostrar; otra vez el temita de la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”. Y otra vez en Extremadura. ¿Pero qué pasará en Extremadura con esa clase? Pues bien; una fotografía de un crío protegiéndose de la lluvia bajo su paraguas en lo que podría ser el patio de un colegio, y una nota a pie de imagen, tal que: “niño obligado a pasar los 45 minutos de la clase, solo, en el patio, bajo la intemperie.”

Tremendo.

Ya lo comenté una vez en una columna, y es que al final, pase lo pase y para siempre, los que pagan las “tonterías de los mayores” son los chavales. Pero, ¿qué culpa tiene el crío de que su madre se aburra tanto como para desear perder el tiempo pretendiendo decidir sobre una ley democráticamente aprobada? Y digo yo, aquí cada uno hace lo que quiere, pero coño, ¡dejen a los niños en paz!
¿Hasta cuando los padres creerán que cuando quieren preocuparse de sus hijos, son ellos los responsables, pero cuando se cansan del jueguecito, exigen de los maestros mucho más de lo que deberían? ¿Y hasta cuando los profesores de este país se dejarán pisar los pies por gente, ignorante de lo que a su vez tienen que aguantar? ¿Por qué demasiados padres y madres creen que el profe está para educar pero con “límites morales”? Si así fuera, ¡lleven al chaval a un colegio inglés! ¿O desconocen que la calidad de la educación nacional es una de las más valoradas fuera de nuestro país?

¡Qué fácil es creerse involucrado con la actualidad porque no se sabe hacer otra cosa que inspeccionar el trabajo de los educadores! ¡Superficial y egoísta me resulta el decidir cuando uno es el responsable de su educación, y cuando no!

Hablando de egoísmo en tiempo de crisis; ¿saben algunos padres las consecuencias de impedir que sus hijos asistan a una clase que tan solo expresa como “normal” la relación entre personas del mismo sexo? Muy sencillo: hace que el sistema deba preocuparse (y por tanto pagar a través de nuestros impuestos) la lógica y obligatoria atención mínima para con el menor en dichas horas muertas. Hace también que, una vez vuelvan a clase, puedan suspender el curso, puesto que la asignatura en cuestión es obligatoria y cada chaval arrastrará una larga serie de suspensos. Ello, a su vez, hace que la mayoría de la clase sufra un “retraso” y un injusto “maltrato educativo” derivado de la pérdida de tiempo por tener que preocuparse un profesor por el retraso escolar de un niño-víctima de padres que todavía creen que la crisis “nos afecta a todos”, pero que si tengo que pensar en mi, antepongo mis caprichos seudo-políticos de manera inculta y solitaria.

Y de eso se trata; nos quejamos de la crisis en grupo. Pero luchamos por salir en los titulares solitos. Y eso es denigrante e injusto para el que lo tiene que pagar: nuestro hijo.

 Y así nos va.



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