martes, 28 de diciembre de 2010

Carlos Fabra, ese gran hombre (IV)

Hoy es un día excepcionalmente bueno para el señor Fabra y, con casi total seguridad, para la plana mayor del PP. Y no es que le haya tocado la lotería como en otras (muy) diversas ocasiones –hay quien dice que comprar los boletos ganadores por importes incluso más bajos son una buena manera de blanquear el dinero y de no tener el ganador que declarar a Hacienda– sino que acaba de librarse de cuatro de sus siete presuntos delitos fiscales, porque la Audiencia provincial de Castellón ha decidido que no basta que el Juzgado nº 1 de Nules haya investigado las cuentas del señor Fabra desde 2004 (una persona que tiene a su nombre más de doscientas cuentas bancarias). Al parecer, tampoco bastan los exhaustivos estudios y complejos seguimientos de los peritos judiciales por demostrar que, como mínimo, existen grandes indicios de delitos contra la Administración Pública por parte de Fabra y su familia (¿cuánto le habrá costado al heraldo público el trabajo de un equipo de profesionales durante seis años? ¿Dos, tres, cinco millones? ¿Cuánto falta por gastar?).

Evidentemente, no tardó el bocazas de Esteban Pons en soltar una de sus perlas; “esto es una mala noticia para los fans de los banquillos mediáticos, que en España, hay muchos.” Es de cretinos, sinceramente. Aunque dejo a Pons para otra vez, pues merece un apartado para él solito, aunque un avance bien podría ser una simple pregunta: Señor González Pons, ¿los familiares de las víctimas del franquismo también entran dentro su grupo tan ingeniosamente llamado “de amantes de los banquillos mediáticos”?

Estoy cansado. No voy a explayarme demasiado en detalles o en recalcar las investigaciones realizadas para nada, pues ya me imaginaba yo que Carlitos no acabaría en la cárcel. Era de esperar que sus amigos de la Audiencia fueran a buscar una salida acorde con su condición y sus problemas. Y aunque falta por decidir si varios delitos pendientes se pueden procesar, no es complicado deducir que ya se buscaran los amigos del alma vías de escape más o menos legales que sin duda frenarán este tema varios años más. Los suficientes como para que el ladrón siga pensando que todos son de su condición.

Personalmente, lo que peor me ha sentado no son estos datos –sigue el señor Fabra sin poder aclarar cómo ha ganado 2,2 millones de euros en tres años– sino el hecho de que el PP de Castellón haya exigido al PSOE que se disculpe públicamente por pedir que se haga justicia durante estos años. Esto es lo más. Alegrarse porque los delitos prescriben, en vez de alegrarse porque se haya demostrado la inocencia de su compañero. Alegrarse porque no se consiga ir a juicio. Alegrarse por esconderse detrás la falacia, la manipulación  y la mentira.

Tremendo. Cobarde, bajo, inmoral, estúpido, escabroso, obsceno, maligno, déspota y demasiado rancio.


Sigamos, pues, ante la adversidad y la pedantería que, cada día y con más fuerza, sigue latente en los corazones oscuros y tenebrosos de los que se alegran por el malestar de los españoles.






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