martes, 23 de noviembre de 2010

No estoy de acuerdo...

Pues lo siento, yo no estoy de acuerdo con la gente que fusila a Isabel San Sebastián (y Dios sabe cuyas  declaraciones y estilo político no comparto), con lo cual hasta me siento un tanto raro. ¡Pero es más fuerte que yo! No puede nadie comparar, ni por asomo, la actitud de San Sebastián con Salvador Sostres durante la pausa publicitaria del programa "Alto y claro", que la periodista dirige en Telemadrid. ¡Ni por asomo! Vean sino la cara de estupefacción de San Sebastián al escuchar las declaraciones del sujeto. Vean el mal rato que pasa, sabiendo perfectamente de quien está rodeada (por si se le ocurriera ser más tajante con Sostres). 

No, San Sebastián dista mucho de ser de las nuestras (por ahora), pero quien no exibe sus diplomaturas, sus escritos (nueve libros publicados, de los cuales tres novelas) ni su curriculum porque sí (ha trabajado en prácticamente todos los medios audiovisuales de este país, que se dice pronto), pues merece todo mi respeto. Ese es un adversario. Con el que se puede hablar. Con el que se puede luchar, democráticamente, sin que jamás anteponga su persona ni sus intereses (personales) ante su profesionalidad. Eso, sin duda, es de agradecer.

Dicho esto, creo que es un tremendo error (y me repito) comparar a San Sebastián con Sostres. Pero... también se puede. Nada debe prohibirse.


Comparemos, pues:

A un lado, Isabel, nacida en 1959, mujer inteligente, con estilo directo y personalidad afilada, coherente -tan solo hacen falta unos instantes para verlo- periodista licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, colaboradora en más de 16 medios audiovisuales de este país, ya sean prensa escrita o audiovisual. Actualmente directora de programa, en Telemadrid.

Por otro lado, Salvador, hombre nacido en Barcelona en 1975, sin ningun estudio superior (que se sepa), tan solo célebre por críticas varias a personalidades de este país, que paso a detallar:


- Año 2005, Sostres publica en el diario Avui un artículo en el que afirma que "En Barcelona queda muy hortera hablar en español, yo solo lo hablo con la criada y con algunos empleados. Es de pobres y de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel hablar un idioma que hace un ruido tan espantoso para pronunciar la jota."
- En 2006, dice en su blog personal que el presidente de la Generalitat (Maragall) tiene una adicción a la bebida que le ha dejado secuelas mentales.
- Año 2010, en el diario El Mundo, escribe un artículo acerca del fallecido José Antonio Labordeta en el que le ataca y le tacha de ruralista y comunista.
- 11 de noviembre de 2010, programa Alto y Claro. Que si "las chicas de 17, 18 y 19 aún no huelen a ácido úrico, están limpias, tienen un olor a santidad", etc... 
Ese es su currículum. Bueno, también hay seis libros, a saber:

"Libro de los imbéciles", "Lucía", "Escric molt bé", "Ara sí que som plurals", "Sóc Convergent: i què?" y "Jo".

Como podéis apreciar, de los seis títulos, podemos destacar cuatro palabras importantes; "Escric" ("Escribo"), "som" ("somos"), "soc" ("soy"), "jo" ("yo").

Dicho de otro modo y resumiendo: "a mí", "mío", "soy", "yo".


Suena como las primeras palabras que vocaliza un niño... "Yo, yo, yo, yo." Dice ello mucho de su egolatría. No hace falta estudiar años (algunos más que él, sí) de psicología para darse cuenta del nivel de vanidad y egocentrismo que desprende su aura. ¿Nos sorprende? Pues, evidentemente, no. 

Es muy triste, pues un personaje como Sostres da en el clavo con la idónea descripción de una persona extremadamente solitaria, no demasiado querida (probablemente y más precisamente en su infancia y juventud), que hoy quiere (y sin pensarlo) traducir su complejo de inferioridad en insultos. En cuanto le dejan.

Ese es quizá el error de San Sebastián; haberle dejado. Personalmente, no le echo la culpa. Se encontró entre espada y pared, y eso, frente a un tipo como Sostres, no debe ser una situación sencilla.



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