lunes, 22 de noviembre de 2010

No me toques el pollo

Leyendo la prensa esta mañana, me encontré con un resumen de varios artículos en relación a las famosas palabras de Evo Morales sobre el tema del pollo; “comerlo causa homosexualidad, además, los transgénicos provocan calvicie.”

No me acordaba de semejante bobería que de todos modos poco tardó la gente en olvidar.

No obstante, y volviendo a lo que introducía, me topé con un resumen de tres columnas, precisamente de tres maestros de la retórica y mordaz ironía; Ussía, Losantos y Dávila.

Tremendo.

Losantos siempre consigue destacar, es más listo que los demás y no se “vende”, como otros muchos.

Ussía es un abuelete aburrido, misógino, casposo, y aunque algo menos tonto que Dávila, sí bastante inferior en varios aspectos que Losantos (menos en el físico).

Dávila… bueno Dávila es todo un poema. De hecho, para más información, os remito a mi columna en este mismo blog, titulada “Carlos Dávila, ese gran imbécil (I)”.

Bien, que me pierdo… el resumen de las noticias escritas por estos tres mosqueteros (leer "másqueheteros") viene a decirnos que “yo no soy maricón.” Por si tuviéramos alguna duda al respecto (bueno a Ussía se le ve un poco el florero, pero eso debe ser por su condición de aristócrata "in").

Por todo eso, me encanta leer y disfrutar de sus columnas; música celestial compuesta por ogros.

Fíjense además que, de los tres columnistas (no les llamo periodistas, pues el único licenciado es Losantos), de sus tres columnas, hay varias palabras que brillan por su repetición.

Pero vayamos por partes:

“Lo malo [de Evo Morales] es que es homófobo, y eso no encaja con el buenismo progre. Odia a los monfloritas. Y ha culpado de ello a los pollos que comen los europeos. Por ese motivo, en Europa hay tantos calvos y truchas (…) ‘desviados’ les ha dicho a los tornatrases (…) Y no he notado una reacción indignada en el llamado ‘poder rosa’ español, sector oficial. Como Evo es de ellos, Zerolo se ha limitado a emitir un ‘¡Oh!’, que no llega al mínimo nivel de consistencia.  El ‘¡Oh!’ está muy bien cuando se descubre inesperadamente un cachas guapetón y zalamero. -¿Has visto que pedazo de tío?-; y el otro dice: -¡Oh!-. Pero no resulta contundente. Bueno sería que los rosicleres y machorras de la Madre Patria, sector oficial, respondan con su habitual contundencia a este homófono machista del leninismo…”

Lo habéis adivinado, es la marca taaaan refinada de Ussía. (También se puede usar en cualquier ocasión para decir lo que uno piensa de un modo que no admite crítica alguna. Por ejemplo: “Al negro se lo han bebiiiiidooo”, refiriéndose a Obama ante su derrota estadística frente al Tea Party. O mejor todavía “Requeteflorines y tortilleriiiinas de la ceja”, para referirse a los simpatizantes gays de ZP. Queda bien y casi parece que eres listo y agudo).

Vamos a por otro:

 “O sea, ya sé por qué odio la carne de pollo. Creía que la hinchazón que me suministraron de este bicho en mi cercana infancia era la clave de mi aversión al muslo al muslo y la pechuga ‘pollal’. ¡No! Evo Morales, tan a distancia, me ha dado en el clavo: detesto el gallito porque siempre, de gustarme algo, me he inclinado por las señoras. Es un antropólogo este Evo. Dada su enjundia científica y alguna experiencia, supongo, próxima, lo probable es que hoy media Humanidad, las que prefiere a Penélope que a Zerolo, se niegue, como el firmante, a consumir ni siquiera una alita rebozada, no vaya a ser que la alita le contagie y se vuelva un florito. Pero los productores de esta avecilla infecta no tienen por qué preocuparse: el 10% o más de la población es de los de allá. Para ellos los pollos”.

O sea, yo tampoco sabía muy bien lo que quería decir Carlos Dávila. Hasta que cambié la palabra “pollo” por  “maricón” y hallé la respuesta:

 “O sea, ya sé por qué odio la carne de maricón. Evo Morales, tan a distancia, me ha dado en el clavo: detesto el maricón porque siempre, de gustarme algo, me he inclinado por las señoras. Es un antropólogo este Evo. Pero los productores de estos maricones infectos no tienen por qué preocuparse: el 10% o más de la población es de los de allá. Para ellos los maricones”.

Et voilà. Mensaje traducido. ¿Por qué no hará como Losantos y dice lo que quiere decir, hombre?

Por fín, vayamos con Losantos:

“…esa escoria, el Sumo Sacerdote de la Pachamama… La progrez le ríe las gracias a Evo, tal vez por ese racismo inconfesado que se advierte en la prescripción de las dictaduras para el Tercer Mundo o en la marginación de los negros en Cuba (…) Ser tan machote y llamarse Evo tiene que haberle acarreado bromas crueles en el colegio y burlas atroces en el Ejército. Podría rebautizarse como Adano Pachomomo, si a Zerolo le parece bien”.

Al menos no se repite como Dávila, no se recrea como el ególatra Ussía, va al grano en dos frases y es algo ingenioso.

Saquemos en claro lo que nos dicen estas tres opiniones:

Los tres personajes están de acuerdo en dejar claro que no son gays (bueno, a Ussía se le ve el florero y… mierda, eso ya lo dije), por otro lado, he aprendido un montón de palabras guays que dejan bien claro que aquí, el malo y homófobo, es Evo Morales:

“Monfloritas, truchas, tornatrases, rosicleres, machorras, florito, los de allá, Adano Pachomomo…” 

Pero sobre todo, hay un factor que me fascina tanto como a ellos: Zerolo. Los tres lo nombran en algún momento, como si no pudieran dejar de hacerlo en cuanto algo les saca de quicio.

¿Qué querrá decir? ¿Coincidencia? Si hay tantos gays, ¿por qué nombran siempre al mismo? Le he dado vueltas, y me quedo con mi teoría: están celosos. Sienten una tremenda envidia por un hombre que es libre, joven, que vive y dice lo que piensa, sin que le odien por ello. Es decir, justo lo contrario que ellos.



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